EDITO
PRIMER LUNES DE MES Acababan de levantar las primeras restricciones. Los días habían estado laminados por horarios y ahora el resto de normas se reblandecía. Me lancé desde el sofá al taxi con un triple salto de tirabuzón. Era urgente. En el espejo había una mujer que no era yo. Me colocaba frente al cristal y aparecía reflejada una versión rapunzeliana de Alan Rickman en Harry Potter. Las raíces se habían oscureciendo. El brillo veraniego se había fugado de mi pelo. Incluso recién lavado, el aspecto, por el contraste entre tonos, era sucio. Necesitaba una cita en la peluquería. Tenía curiosidad por el nombre que le había oído a una compañera de trabajo. Se trataba, aseguraba cada mes, de un mago, de un genio del tinte y la tijera. Gracias a…